DIAGNÓSTICO: ¿Etiquetamos o no?

22/06/2022

En los últimos años la terminología para hablar de minusvalías o discapacidades ha ido adaptándose a la normativa y la legislación estatal. A su vez ha tenido consecuencias en las políticas sociales y educativas ¿Cómo ha afectado en el ámbito educativo?

A nivel educativo ha tenido una repercusión no tanto en la detección de las necesidades específicas de soporte (NESE), sinó en el planteamiento de la intervención. Tal es así que actualmente el foco no se pone en las dificultades de la persona, sinó en el contexto; motivo por el cual hablamos de barreras de acceso

Aquí entra el debate: ¿hace falta poner etiquetas? ¿Qué son las etiquetas? No todos estaremos de acuerdo. Personalmente entiendo que una etiqueta es lo que le decimos a un alumno o alumna en el momento de atribuirles un adjetivo como cuando  decimos que es vago o vaga, que es muy lento o lenta, que le cuesta mucho, y tantes otras cosas que a todos nos vienen a la cabeza. Pienso que cuando hacemos una valoración y un alumno o alumna presenta sintomatología compatible con un trastorno del aprendizaje, no estamos etiquetando, estamos explicando porqué cuando lee lo hace más lento, porqué necesita más tiempo para hacer los deberes o porqué no puede estar 6 horas seguidas sentado o sentada en una silla.

En todo proceso de valoración que se  hace en el instituto hay 4 fases: la primera sería la detección de la necesidad. Con el consentimiento de la familia se hace la valoración y el análisis de los resultados (EAP y profesional de orientación educativa). Posteriormente haremos una devolución a la familia, el alumno o alumna y al profesorado. Y acabaremos con la aplicación de las medidas acordadas. En la devolución al alumnado de la valoración, se les explica la asociación que hay entre su conducta académica, su perfil cognitivo o neurológico y los puntos fuertes y débiles. El alumnado avaluado suele hacer verbalizaciones dónde dejan claro sus creencias y explicaciones de lo que ellos pensaban sobre lo que percibían que les pasaba. Los comentarios acostumbran a ser: “ así no  soy tonto o tonta”, “se lo podemos explicar a mis amigos o amigas”, “se lo vas a decir a mi padre o mi madre”, “ yo me esfuerzo”, “¿cómo me puedes ayudar?”…. Por eso tengo claro que no etiquetamos, desciframos el código de la conducta académica, buscamos aquello que le ayudará y lo compartimos con la familia y el profesorado. Si los alumnos se sienten comprendidos y aceptados estarán mejor en el aula y les será más fácil dar el máximo académicamente. Se recomienda que la devolutiva de la evaluación se haga tan descriptiva como sea posible y utilicemos el mínimo de tecnicismos posibles. A su vez, detectar los puntos fuertes ayudará a seleccionar las estrategias de estudio más idóneas, lo cual optimizará el tiempo de dedicación a las tareas académicas y maximizará el rendimiento del alumno o alumna. Lo que no sería una buena praxis es utilizar los resultados de la evaluación para clasificar al alumnado y  asignarles un grupo clase en función de los resultados. El marco educativo actual defiende la inclusión y por tanto se recomienda los grupos heterogéneos a pesar que en momentos puntuales se puedan hacer agrupaciones  concretas para dar respuesta a  necesidades concretas que no se puedan atender en el aula.

Una vez sabemos qué le pasa al alumno o alumna, la intervención sí tiene que plantear la reflexión de qué barreras presenta la metodología de trabajo o la propia clase que no ayudan a que el alumno o alumna de el máximo de él o ella. Sin duda la mejor manera de dar respuesta a estas necesidades es utilizando el diseño universal del aprendizaje (DUA). 

Una buena aplicación del DUA  en el aula permite reducir muchas de las barreras existentes. Pero aún es un concepto muy teórico que no se aplica totalmente en las clases. En el momento que sí sea una realidad será necesario plantear cuando hacemos PIs y cuando no. Presentar unos entornos de aprendizaje personalizados permitirá tener en cuenta a los alumnos de los extremos: los alumnos que son más competentes y los que presentan mayor dificultades. Si están bien atendidos, no sería necesario hacer un plan personalizado para concretar qué necesita. Es importante no confundir personalización con individualización, no son sinónimos.

Para profundizar en el tema os recomiendo mirar  la normativa de educación especial, el paradigma DUA y lo que en vuestra comunidad se aconseje para la atención del alumnado NESE en el marco de la escuela inclusiva.